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¿Por qué conviene reparar las estructuras?

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¿Por qué conviene reparar las estructuras?

Ninguna estructura es eterna. De hecho, se conoce muy bien el límite de su vida útil al momento de diseñarla, es decir, al elegir sus dimensiones, materiales y características constructivas. Más aún, los efectos medioambientales – luz solar, lluvia, viento, temperatura ambiente, presencia de dióxido de carbono u oxígeno, etc. – y sociales o humanos – el uso de sales para descongelar la nieve, por ejemplo, o la presencia de basurales a cielo abierto o industrias contaminantes – alteran sus condiciones de humedad, temperatura y concentraciones de agentes químicos que, en algún grado, afectan el estado de los materiales que la componen. Este proceso es inevitable y lo único que se puede hacer es prolongar en el tiempo la degradación de los materiales sensibles que determinan su integridad.

Si a esto se le adiciona un “factor humano” al momento del diseño y construcción, en el cual la especificación o el proceso de obra no fue el correcto para determinadas condiciones de exposición y/o utilización, la vida útil de la estructura se ve afectada y debería de considerarse esta merma en las condiciones para determinar su viabilidad. A partir de este razonamiento, se puede concluir que es de vital importancia prestarle atención al estado y la exposición en las que se encuentra cualquier estructura para garantizar su correcto funcionamiento y propósito a lo largo del tiempo.

Mantenimiento periódico de una estructura

Lo primero que se aprecia en el gráfico – y, obviamente, se desprende del sentido común – es que reparar las estructuras prolonga su vida útil. Es decir, invirtiendo una proporción menor del valor total del activo (el monto dependerá del grado de deterioro y de si hubo mantenimiento periódico) en restituirlo a un nivel de seguridad óptimo, se logrará conservarlo y prolongar su utilización en el tiempo, pudiendo amortizar la inversión de capital en un período de tiempo mayor. En otras palabras, invertir en mantener las estructuras incrementa el monto de inversión en el activo fijo (CapEx) de una organización (si se considera el costo de construcción inicial), pero a su vez, aumenta el período de vida útil, pudiendo prorratear dicho monto total en una mayor cantidad de años. Esto, sin considerar la situación extrema en la cual la estructura queda fuera de servicio y es necesaria una reconstrucción o reemplazo.

Este principio aplica a cualquier tipo de estructura – industrial, comercial, vial, ferroviaria, portuaria, de potabilización, saneamiento, entre otras – y en él radica la importancia de realizar trabajos de mantenimiento preventivo de manera periódica. Como se observa gráficamente en la Figura 2, es más económico realizar intervenciones de mantenimiento frecuentes, debido a que el costo total de todos los trabajos es menor al realizado en una sola oportunidad. Generalmente, en este último caso, la estructura está muy deteriorada y ya no cumple con el mínimo nivel de servicio necesario. Adicionalmente, se observa que, comúnmente, el tiempo total en el cual la estructura queda fuera de servicio durante los trabajos preventivos es menor al tiempo en el que se realiza una intervención de restauración o rehabilitación total, con los costos operativos que esto trae aparejado.

En cualquier caso, y para una correcta gestión de la infraestructura, es conveniente realizar un análisis pormenorizado, por un especialista, de las condiciones y requerimientos actuales y futuros a los que estará sometida cualquier estructura que, o bien se le detecte una falla o algún problema en su integridad, o esté cercana a cumplir con su vida útil de diseño. Para tal fin y dependiendo del material de que se trate, existen ensayos no destructivos que ayudan a dar una idea de sus particularidades – en hormigón: esclerometría para estimar resistencias, gammagrafía, pachómetro o GPR para evaluar armaduras, métodos acústicos para evaluar oquedades o desprendimientos, resistividad para evaluar condiciones electroquímicas, entre otros; y en acero: medición de espesores remanentes para estimar resistencias, tintas penetrantes para evaluar la condición de las soldaduras – y ensayos destructivos en los cuales se extrae una muestra de material para ensayarlo – en hormigón: extracción de testigos para evaluar resistencia a la compresión en laboratorio y ensayo con fenolftaleína para evaluar la presencia de carbonatación (ver imagen); y en acero: extracción de muestras para evaluar resistencia, composición química, soldabilidad, resiliencia, entre otros.

Hemos mencionado brevemente las bondades de realizar un mantenimiento continuo y periódico a los activos que cualquier empresa u organismo tiene a su cargo, desde la óptica de las estructuras en sí mismas y teniendo en cuenta el sentido original para el que fueron concebidas. En los próximos artículos, hablaremos acerca de por qué es importante su mantenimiento y reparación respecto a su entorno y propósito, y finalmente, compararemos las alternativas entre reparar y reemplazarlas por nuevas estructuras.

Artículo escrito por Ing. Eduardo Danós, Gerente de Desarrollo de Negocios de Freyssinet Tierra Armada Argentina.